La Edad Media


TEMPRANA EDAD MEDIA

Introducción

Temprana Edad Media (s. V al VIII d.C.): comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente y las invasiones de los germanos y visigodos.
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente el Imperio Bizantino se convirtió en el principal centro de poder.
Debido a la crisis agraria, el caos moral, las epidemias, invasiones y la degradación humana, ésta etapa es tambiénllamada “edad oscura”.
La religión central es la del Dios revelado en Cristo, aunque en el siglo VII nace en Arabia una nueva religión “el Islam”. Esta doctrina cuyo libro sagrado es el Corán, alcanzó gran influencia en la vida de los árabes, quienes más adelante emprendieron una campaña de expansión para difundir las ideas del Islam y proclamar como único dios a Alá y último profeta a Mahoma.
Los musulmanes y su nueva religión llegaron a España en el año 711 d.C llevando además una nueva forma de organización social, que tenía a los denominados Califas por máximas autoridades, y extendieron su imperio a grandes proporciones.
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ALTA EDAD MEDIA

IntroducciónAlta Edad Media (s. IX al XI d.C.): esta etapa esta marcada por las relaciones feudales entre los señores y sus vasallos, la sociedad se dividía entre los “privilegiados” (el rey, los nobles, y el clero) en quienes se concentraba todo el poder, y los “no privilegiados” formados por los vasallos y campesinos que eran la clase mas baja.
Fue una época con un concepto teocéntrico del mundo, debido a la gran influencia del cristianismo. La iglesia tenía gran poder ya que dominaba los aspectos de educación y política.
Se produjo también un gran retroceso en la cultura grecorromana dando paso al estilo gótico predominante en las catedrales, la ciencia quedo relegada por la filosofía y la religión.
Unos pocos eran los dueños de casi todas las tierras de Europa y de sus habitantes, quienes las trabajaban a cambio de un impuesto.
Entre las comunidades de campesinos también había personas que se dedicaban a la artesanía, trabajando diversos materiales como la madera, los metales, el barro y el cuero, que fueron utilizados tanto para la vida cotidiana como para la agricultura, lo que promovió el aumento de la población, y la superación de la crisis agraria de la temprana edad media.


El Feudalismo

El feudalismo es el régimen político, social y económico que alcanzó su máximo apogeo en Europa occidental entre los siglos lX y Xl. Se organiza en torno a una sociedad estamental ( grupos sociales cerrados y jerarquizados –privilegiados y no privilegiados- establecidos por Dios) basados en los lazos de dependencia y de vasallaje(compromiso personal. a través de un juramento público en el que el más poderoso –señor- ofrece protección al más débil –vasallo- a cambio de su fidelidad, traducida en una serie de servicios (trabajo en sus tierras y castillo, en sus ejércitos, pago de impuestos).

La economía feudal es rural, basada en la tierra, con una mínima división del trabajo y escasos intercambios comerciales. El centro ec. es el feudo o señorío, grandes propiedades (castillo/monasterio y sus terrenos) de nobles o altos eclesiásticos, autosuficientes. En él se distinguen 2 partes: la reserva (en la que vive el señor y explota directamente) y los mansos, donde viven y trabajan los campesinos agrupados en aldeas, quienes entregan parte de la cosecha al señor y trabajan en la reserva. Hay además tierras comunales e instalaciones de uso común, previo pago de una tasa ( molino, horno, fragua..).

Cada feudo estaba orientado al autoabastecimiento: producía todo lo necesario para la subsistencia de sus habitantes (alimento, vestido, herramientas...).Los instrumentos de trabajo son rudimentarios (manufacturas caseras) y la producción, escasa.

Se trata, pues, de una economía agrícola-ganadera de subsistencia y autárquica, no se traen apenas productos de fuera del feudo y se sacan muy pocos productos de él: los pocos excedentes se venden en el mercado semanal del burgo.

La cultura, como toda la sociedad, estaba controlada por la Iglesia; los monasterios son los encargados de recoger todo el saber anterior. Se difunde el arterománico .




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BAJA EDAD MEDIA

Baja Edad Media: se inicia desde el siglo XII al XV, es una época de grandes cambios, políticos, económicos, culturales y artísticos, desarrollando a las ciudades como centros de estas actividades.
A comienzos de esta etapa se organizaron las cruzadas (8 en total) para defensa de los santos lugares en Palestina (aunque finalmente quedaron en poder de los musulmanes).Estas cruzadas eran expediciones religiosas y militares. Fue en esta época también que se produjo el cisma de occidente.
Al crecimiento económico de los primeros siglos, le sigue una dura crisis, las malas cosechas y los aumentos de los precios afectaron a los sectores más pobres de la población. La situación agravó cuando la peste asoló Europa provocando el descenso de la población hasta en un cincuenta por ciento. La sociedad feudal comenzó su debilitamiento, los campesinos se levantaron, revelándose provocando grandes enfrentamientos.  
Los campesinos comenzaron a emigrar a las ciudades, para desarrollar diferentes actividades por lo que las ciudades se vieron con más mano de obra, estos cambios dieron lugar a una nueva clase social, la burguesía. 
El descubrimiento de América marcó el fin de la Edad Media.



En esta época la vida urbana y las ciudades prácticamente desaparecieron, como consecuencia de las invasiones y la implantación del régimen feudal. Pero a partir de los siglos X y XII, la roturación de tierras, el incremento de la población y el aumento de los rendimientos agrícolas generaron un excedente tanto de mano de obra como de producción agrícola, que revirtió el desarrollo de las ciudades. Surgió así una nueva clase de comerciantes y artesanos, llamada burguesía que impulsó el intercambio entre el campo y la ciudad, permitiendo la apertura de rutas comerciales entre regiones alejadas. Estos hechos fueron decisivos para la expansión territorial de los reinos cristianos y el desarrollo del comercio marítimo.

En esta etapa de la Edad Media uno de los hechos más destacados lo constituyó el ideal religioso de defensa de los Santos Lugares (donde había vivido Cristo) conquistados por los musulmanes, lo que se vio reflejado en la realización de una de las mayores empresas de la cristiandad medieval: las cruzadas. Ellas sirvieron para aumentar los límites del poder europeo, desarrollar el comercio mediterráneo y aliviar la presión musulmana sobre el imperio bizantino.

La primera cruzada tuvo lugar en el siglo XI por autorización del Papa Urbano II y culminó con la conquista de Jerusalén por los expedicionarios. Más tarde, en los siglos XII y XIII, se llevaron a cabo nuevas cruzadas, que dieron como resultado la fundación de efímeros reinos cristianos en el cercano oriente, que terminaron en poder de los turcos otomanos.

Dentro de la expansión territorial de Europa se destaca la colonización de los alemanes en el este del continente y el avance de la reconquista en España, empresas cuyo gran sentido religioso propició el surgimiento de las órdenes de caballería.

En el siglo XII las monarquías europeas empezaron a imponer su autoridad sobre los señores feudales, para lo cual se aliaron con la burguesía de las ciudades.

Los estados instituyeron nuevas organizaciones políticas, llamadas cortes oparlamentos, que aprobaban las leyes e impuestos que debían aplicarse en todo el territorio de los respectivos reinos.

Durante el reinado de Felipe II Augusto, en Francia se desarrolló una política de centralización y expansión de la Corona hacia los ducados (estado gobernado por un duque) independientes. En Inglaterra, en tanto, se redactó la Carta Magna, primera expresión de las bases institucionales por las que el poder inglés quedó regulado y sometido a las cámaras parlamentarias.

Durante la segunda mitad del siglo XII, el emperador alemán Federico I Barbarroja impuso su poder sobre el papado de Roma; pero a finales del siglo el Papa Inocencio III logró imponer el poder de la iglesia sobre todos los reinos cristianos.

A lo largo del siglo XIV tuvo lugar una profunda crisis económica, social y espiritual, detonada por factores como el aumento demográfico, las revueltas campesinas contra los señores, la guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, la gran epidemia de la peste, y la división de la Iglesia católica conocida como Gran Cisma, cuando había simultáneamente dos o tres papas rivales.

El debilitamiento del sistema feudal y la estructura gremial repercutió en una mayor libertad comercial, que poco a poco dio paso a la conformación del sistema económico capitalista.

La caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos en el año 1453 significó el cierre de las actividades comerciales con el Mediterráneo oriental, por lo que la burguesía europea tuvo que buscar nuevas rutas comerciales hacia el oeste, fomentando así el desarrollo de las técnicas de navegación que posteriormente facilitarían los grandes descubrimientos geográficos.

Las cruzadas

Se denominaron cruzadas a las expediciones que emprendieron los cristianos de Europa occidental entre los siglos XI y XIII para rescatar a Jerusalén y el sepulcro de Cristo, caídos en poder de los turcos. Se les dio el nombre de cruzadas porque los hombres que tomaban parte en ellas adoptaban como señal distintiva una cruz de tela roja cosida a sus vestidos.

La causa principal de las cruzadas fue la aparición en Oriente de un pueblo musulmán llamado turcos seldyúcidas, quienes luego de destruir el imperio árabe de Bagdad atacaron el imperio bizantino y se tomaron el Asia Menor, dejando amenazada Constantinopla.

En el año 1078 se apoderaron de Jerusalén, lugar que ya se encontraba en manos de los musulmanes árabes, quienes habían respetado los lugares sagrados (como el Santo Sepulcro de Cristo) y permitido las peregrinaciones de los cristianos. Los turcos seldyúcidas o fanáticos persiguieron a los peregrinos e incluso los torturaron. Por esta razón, Tierra Santa se convirtió en un lugar vedado para los cristianos, quienes no pudieron acercarse a la tumba de Cristo.

Se realizaron ocho cruzadas, dos de las cuales fueron preparadas y dirigidas exclusivamente por señores; las otras seis se convirtieron en verdaderas expediciones reales.

El resultado de las cruzadas

• Primera cruzada: decidida en el concilio de Clermont por el Papa Urbano II, dio como resultado la conquista de Jerusalén y la creación de un reino francés en Palestina.

• Segunda cruzada: se emprendió para auxiliar a los franceses de Palestina amenazados en Jerusalén. Dio como resultado el inútil asedio de Damasco.

• Tercera cruzada: fue provocada por la toma de Jerusalén por el sultán egipcio Saladino.

• Cuarta cruzada: fue organizada por los señores franceses y venecianos, dando como resultado la toma de Constantinopla, la destrucción del imperio griego y la creación de un imperio latino que duró casi medio siglo.

• Quinta cruzada: dirigida por el señor francés Juan de Brienne y el rey de Hungría. No dio ningún resultado.

• Sexta cruzada: tuvo la particularidad de que el jefe de la expedición estaba excomulgado, y en vez de atacar a los musulmanes negoció con ellos, obteniendo que los peregrinos pudiesen visitar Jerusalén.

• Séptima cruzada: tenía por objetivo Egipto, centro de un poderoso estado musulmán, pero los cruzados fueron sorprendidos por una crecida del Nilo, diezmados por una epidemia y atacados por los musulmanes, por lo que debieron rendirse.

• Octava cruzada: también llamada cruzada de Túnez, terminó con la muerte de Luis de Francia (más tarde San Luis), víctima de la peste.

El feudalismo

En la Edad Media los poderes centrales perdieron toda autoridad y la administraciónburocrática (burocracia = clase social formada por los funcionarios públicos) desapareció. Así, poco a poco empezó a implantarse un nuevo orden denominado feudalismo. Este régimen era una institución antigua, y hasta el siglo XI llegó a ser el único sistema social reconocido en Occidente. Se originó en el anhelo de seguridad y se generalizó cuando muchas personas se sometieron a quien los podía proteger mejor. A estos defensores se les llamó señores, mientras que quienes se encomendaban a su protección se les denominóvasallos. Entre ambos se estableció una especie de contrato que estipulaba la protección de parte del señor, a cambio de la fidelidad y la realización de ciertas tareas por el vasallo.

El feudalismo reconocía dos valores esenciales: el hombre y la tierra; pues en países casi exclusivamente agrícolas la tierra constituía el mayor de los bienes. De hecho los propietarios, al encomendarse a un señor, solicitaban protección no solo personal sino también de sus tierras, por lo que era frecuente que donaran dichos bienes, pero conservaran su usufructo (su explotación).

El régimen feudal
El elemento principal de este régimen fue el beneficio o feudo, que, como dijimos, era la entrega de tierras por parte de los reyes y señores a cambio de la fidelidad y prestación militar y personal del vasallo. Este contrato se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad, que se dividía en tres etapas:

1. Homenaje donde el vasallo se arrodillaba con la cabeza descubierta y sin armas, y colocaba sus manos juntas entre las manos del señor. Luego pronunciaba la frase: “Señor, yo seré vuestro hombre”.

2. Fe, que consistía en un juramento de fidelidad. El vasallo colocaba sus manos sobre las Sagradas Escrituras o alguna reliquia.

3. Investidura, donde el señor investía al vasallo del feudo y le entregaba algún objeto que simbolizaba la tierra, como por ejemplo una rama o un terrón.

Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo debía cumplir con la de ayuda y consejo. La ayuda era el servicio militar o de hueste, donde el vasallo debía presentarse con armadura y caballo y mantenerse por sus propios medios. Como un señor feudal contaba con muchos vasallos, se aseguraba las fuerzas armadas necesarias para proteger sus bienes.

Posteriormente, el servicio militar se limitó a solo cuarenta días al año; entonces el vasallo debía prestar ayuda pecuniaria (en dinero efectivo), que podía utilizarse en distintas circunstancias, tales como para pagar el rescate del señor caído prisionero o para el matrimonio de la hija mayor.

El consejo, en tanto, comprendía principalmente servirle en los pleitos como juez.

Además de tierras, con el tiempo también fueron entregados en feudo toda clase de funciones y derechos públicos, por lo que el poder efectivo del señor feudal era bastante limitado, ya que solo ejercía autoridad sobre sus dominios y los vasallos inmediatos.
La sociedad en el feudalismo

La Edad Media fue una época donde la sociedad se caracterizó por la gran desigualdad de clases. Solamente había un grupo reducido de personas que eran libres; el resto se encontraba sometido y no podía abandonar la tierra donde había nacido, sistema que se conoció como servidumbre.

Las clases sociales eran tres: la nobleza, el clero y la población campesina. El primer grupo o nobleza lo constituía el rey, el señor y sus vasallos. Estaba constituida en su mayoría por personas de origen franco o germánico.

El segundo grupo, o clero. Además de las funciones religiosas, tuvo un papel trascendental en la sociedad y la cultura, debido a que sus miembros recibían una instrucción superior que les capacitaba para dirigir la sociedad. Un aspecto interesante de la constitución clerical del medioevo es que, si bien a menudo se conformaba con nobles, no excluía que humildes campesinos pudieran también ordenarse sacerdotes.

El tercer grupo, o población campesina, era la base de la pirámide social. Sus integrantes —salvo unos pocos que habían permanecido libres— dependían de algún señor, ya fuera por nacimiento o por herencia. El campesino o siervo no era dueño de su persona, pues formaba parte de la gleba o tierra, y no podía abandonarla sin el consentimiento del señor. Tal vez su mayor ventaja era la de no poder ser arrancado de la hacienda, pues estaba unido a ella prácticamente como arrendatario perpetuo.

Los campesinos libres

Dentro de la clase campesina existía un tipo de siervos que podían mudarse, contraer matrimonio y transmitir los bienes a sus hijos según su propia voluntad. Eran los denominados campesinos libres, personas que a pesar de las ventajas que tenían, de todas maneras debían respetar ciertas obligaciones, como el servicio militar, pago de impuestos en dinero o especies y el cumplimiento del signo de servicio, que consistía en cortar los prados del señor, acarrearle el vino y limpiar los fosos de su castillo. También era frecuente que no pudieran cosechar, vender o comprar sus productos sin la autorización del señor, y que se les prohibiera moler su trigo, estrujar la uva o cocer pan en un horno que no fuera del señor.

La vida urbana
Entre los siglos XIII y XIV se produjo un aumento considerable de actividad, que dio como resultado un mayor aprovechamiento de la industria y el comercio.

La industria en la Edad Media se caracterizó por las asociaciones de artesanos o gremios, a los que debían pertenecer los obreros para poder ejercer su oficio. Esta organización era además una sociedad de socorros mutuos, que protegía a los huérfanos y personas que por su edad quedaban incapacitados de trabajar.

El comercio era desempeñado por los traficantes, cuyo oficio era el más peligroso de todos, ya que con frecuencia eran víctimas de bandoleros que robaban a mano armada las mercaderías y apresaban al comerciante para cobrar por su rescate. A esto se sumaba el pago de derechos que debían pagar por sus productos durante el trayecto, los que no eran pocos si se consideraba el cobro de entrada, de salida, en cada señorío, en cada ciudad y en cada puente.

Dadas las difíciles condiciones de comunicación, era imprescindible durante la Edad Media abastecerse de productos para un largo período de tiempo. De aquí la importancia de lasferias. Estas se formaban cuando comerciantes procedentes de distintos países se reunían en fecha fija en ciertos puntos llevando gran cantidad de mercaderías, y atrayendo a miles de compradores que no solo se acercaban con el objeto de comprar sino también para divertirse con las presentaciones de acróbatas y titiriteros.

Las habitantes medievales vivían prácticamente encerrados en las ciudades, debido a que se construían entre murallas para evitar peligros de ataques. Las calles estaban mal diseñadas, porque nadie se preocupaba de su alineamiento y cada cual construía su casa como mejor le pareciera. Por lo general eran sucias, ya que la única alcantarilla o desagüe era un arroyo en medio de la calle, por donde corría la sangre de los animales que mataba el carnicero y al que se echaba todo tipo de basuras. Tampoco contaban con iluminación, y para salir de noche había que llevar una antorcha o lámpara.

Como consecuencia de la forma como se edificaban las casas —una sobre otra— y la falta de higiene, las poblaciones se encontraban siempre expuestas a los incendios y la propagación de enfermedades. Así, no era poco frecuente que cuando una vivienda se incendiaba, el fuego se extendiera por el barrio entero.

Cuando la peste o los incendios azotaban las poblaciones, las víctimas se contaban por millares. En el año 1418, entre los meses de septiembre y diciembre, una terrible epidemia se dejó caer sobre París, falleciendo más de cien mil personas. Sin embargo, a partir del siglo XIII la urbanización de las poblaciones empezó a mejorar, y en Francia Felipe Augusto hizo cercar los cementerios, empedrar las calles y edificar fuentes para  distribuir el agua de manantial proveniente de colinas cercanas. Poco a poco las casas de madera fueron sustituidas por casas de piedra, con lo que también comenzó a introducirse el lujo en castillos y poblaciones.
El rol de la Iglesia
Uno de los acontecimientos más relevantes de la época medieval es la organización del Papado (gobierno de la Iglesia). En ese período los papas lograron varios cambios destacados, entre los que se cuentan la independencia de la Iglesia de la monarquía, y el intento de los papas de transformarse en autoridades políticas universales, para gobernar igual que los reyes y emperadores.

En la sociedad el clero desempeñó un papel primordial frente a la anarquía social existente, imponiendo el principio del orden, prestando ayuda a los débiles y conservando los restos de civilización.

En la Edad Media los países cristianos se encontraban divididos en diócesis, cada una de ellas dirigida por un obispo.

Los obispos, sacerdotes y párrocos vivían entre los fieles, y se les denominaba seculares o seglares porque pertenecían a la sociedad. Junto a este clero secular existía otro, cuyos miembros se sometían a un estilo de vida con estrictas reglas que limitaban toda su existencia. Eran los llamados regulares o monjes, quienes habitaban los monasterios o abadías, y cuya agrupación se conocía como orden. La de los benedictinos era la más antigua, y la regla de su fundador —San Benito— sirvió de modelo a los demás fundadores de órdenes.

Los benedictinos debían cumplir compromisos esenciales (votos), como la obediencia, la pobreza y el trabajo. Su labor intelectual fue bastante destacada, por cuanto diariamente consagraban dos horas a leer y escribir, siendo la base del saber medieval. Los franciscanos predicaron el ideal de pobreza y humildad, mientras que los dominicos se ocuparon principalmente de la enseñanza y el estudio teológico en las universidades.





Este manuscrito del siglo XIV conservado en la Biblioteca del Arsenal, París, muestra algunas escenas de la vida estudiantil medieval.

Todos los libros y textos que se conservan de la literatura latina proceden de los manuscritos copiados por los regulares, así como también las crónicas que nos cuentan sobre cómo era la vida en la Edad Media.

Pero el aporte de los regulares no se limitó solo al saber intelectual. Su influencia además repercutió en el desarrollo de poblaciones y en la asistencia social, ya que era la Iglesia quien se preocupaba de los pobres, enfermos, viudas e indigentes. En el siglo XII y XIII se fundaron numerosos hospitales o casas de Dios, incluso en los pueblos más pequeños.

La iglesia y la enseñanza
Durante la Edad Media la ausencia de textos escritos determinó el predominio de la enseñanza oral.

La enseñanza durante el Medioevo se dictaba en latín y era gratuita. Estaba exclusivamente en manos del clero, tanto de los sacerdotes en las parroquias como de los monjes en las abadías.

Las escuelas estaban abiertas a todo el mundo y gracias a ello fue que personas de muy baja condición económica pudieron educarse y aprender materias como gramática, retórica, teología, dialéctica, aritmética, astronomía y música.

A finales del siglo XII surgieron las universidades, como consecuencia de la evolución de las principales escuelas catedralicias. Las primeras universidades nacidas fueron las de París, Bolonia, Montpellier y Salerno, centros que desde su origen se especializaron en una determinada materia. París en teología, Bolonia en derecho y las dos últimas en medicina.

La caballería




Indumentaria utilizada por un caballero en un torneo. La armadura era de uso exclusivo de los caballeros.



En la ceremonia de entrega de armas el caballero debía permanecer arrodillado o de pie con las manos unidas mientras era investido.

Sin duda uno de los personajes que más nos recuerdan la Edad Media son los caballeros. Esta condición nació hacia el siglo XII, cuando la Iglesia intervino tratando de moderar el salvajismo de los señores, lo que dio origen a la ceremonia de entrega de armas que investían al joven como caballero, con el carácter moral y  religioso que le faltaba.

El futuro caballero debía realizar una serie de rituales previos, como el ayuno, oración en la iglesia durante una noche, la ceremonia de vigilia de armas, la confesión y la comunión.

Durante su permanencia en la iglesia se le hablaba sobre los deberes (honradez y protección) que debía cumplir, y las distintas piezas de su armadura se colocaban sobre el altar, donde eran bendecidas. Posteriormente, antes de colocarse la armadura, el futuro caballero juraba delante de su padrino cumplir los deberes que el sacerdote había enunciado. El padrino tocaba el hombro de su ahijado con su espada diciéndole: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te armo caballero”. La caballería desarrolló el sentimiento del honor y creó, con el respeto y el culto a la mujer, lo que se denominó cortesía, que sin embargo llegó a ser un privilegio de ciertas personas escogidas.

Entre los caballeros famosos destacó Ricardo Corazón de León, quien para vengar la derrota y matanza de una parte de sus tropas, hizo sacar los ojos a quince caballeros franceses y los envió donde Felipe Augusto con otro a quien había dejado tuerto.









ARMADURAS MEDIEVALES


Las armaduras medievales fueron un elemento esencial para los caballeros de la edad media, resguardándoles ante las acometidas que pudieran sufrir con espadas u otras armas. Ya desde la antigüedad cuando el hombre tenía que enfrentarse a un combate cuerpo a cuerpo, intentaba protegerse de alguna forma, primero con pieles de animales, luego con cuero, y por último con los metales, con las armaduras.


Las armaduras han ido evolucionando con el tiempo, sobre todo en su protección y en las decoraciones

Así pues, podemos llamar armadura medieval al conjunto de piezas utilizadas para la defensa, realizadas en acero (o algún tipo de metal), que cubrían todo el cuerpo de los caballeros de la Baja Edad Media y principios de la Edad Moderna. Las armaduras de los caballeros se solían usar en combates, torneos, y en enfrentamientos bélicos, por lo que las armaduras les ayudaban mucho en su defensa, intentando que les ocasionaran el menor daño posible.


Las hachas, junto con las lanzas y espadas, eran unas de las armas medievales más efectivas.

Se podría decir que el comienzo de la utilización de las armaduras fue en Egipto en el año 4.000 a. C., los materiales que utilizaban en la mayor parte de las armaduras era piel de cocodrilo y cuero reforzado con bronce. Estos materiales que se usaban para realizar las armaduras han ido evolucionado con el tiempo, empezando con las pieles y los huesos, hasta llegar al uso de los metales.



Las primeras piezas que se realizaron para la protección estaban destinadas a las zonas más débiles e indefensas del cuerpo, o para las partes donde una herida podía provocar más fácilmente la muerte del guerrero, como la cabeza y el tronco, que fue lo primero que protegieron.



Se comenzó usando los camisotes (una evolución de los cinturones) de piel de búfalo, que iban reforzados con escamas metálicas, algunos llegando hasta la cadera y otros más largos que llegaban hasta los pies. Algún caballero también utilizaba espinilleras con el fin de proteger la parte anterior de las piernas.



La zona de la cabeza y proximidades se empezó a proteger por que el escudo no la llegaba a cubrir. Cabe decir que el casco o yelmo era la pieza que antiguamente caracterizaba al caballero medieval, se usaban metales para realizarlo y se dibujaban adornos, para destacar entre los demás. A veces eran reforzados con bronce o se les colocaba colmillos de jabalí, ya que estos pesaban muy poco.



Durante el primer milenio a. C., en el antiguo Egipto, los camisotes se prolongaban desde las axilas hasta las rodillas y se sostenían a los hombros con el uso de correas. Estos se realizaban con cuero, reforzadas a veces con acolchamientos, con anchas láminas metálicas, incluso con escamas de bronce (algunas de más de veinte centímetros de anchura) Los guerreros usaban además espinilleras y aros de metal que cubrían los brazos por primera vez.

En el siglo XV a. C. ya se empiezan a ver armaduras cubriendo el torso, éstas se realizaban con pieles de animales donde se incrustaban piezas de bronce, se les llamaba armaduras de lorigas o escamas. Por otra parte se empezaron a usar espinilleras con láminas metálicas, para cubrir parte de las piernas, y un cinturón grande para resguardar el abdomen. También en este siglo en Siria se empezaron a fortalecer los trajes tradicionales, se utilizaban camisas con mangas cubiertas de escamas de bronce (cosidas en hileras flexibles en láminas), que fueron usadas como armadura, esto se realizaba ya que en muchas ocasiones iban en carros y no podían llevar escudos, ya que llevaban las manos ocupadas, y no podían sostenerlos.

Posteriormente los griegos desarrollaron estas armaduras, realizando petos y espalderas de una única pieza, de forja o fabricadas en metal unas sobre otras con reforzamientos acolchados, y también con espinilleras para cubrir las piernas.

En la época de esplendor griego la parte superior del cuerpo no iba protegido, tampoco la parte superior de las piernas (que iba cubierta por una falda de tiras sueltas) ni el brazo derecho, ya que suponían que eran zonas del cuerpo que estaban a salvo por la habilidad del guerrero en el combate cuerpo a cuerpo y por la protección del escudo. Éste era de gran importancia ya que no sólo hacía la función de proteger el brazo izquierdo sino que protegía también la zona del corazón.

Los íberos utilizaban una armadura de discos para proteger primordialmente la zona del pecho. Los samnitas (guerreros del pueblo itálico) utilizaban corazas de discos, pero que tapaban más zona del pecho. Los celtas, por otro lado, utilizaban petos que cubrían el torso y la zona de los hombros; y los cascos, a veces eran embellecidos con acabados geométricos los cuales se le incorporaban algunas plumas.


Los guerreros samnitas se protegían la zona del pecho con la armadura de discos

En Roma, la infantería ligera (vélites) igual que los samnitas y posteriormente los gladiadores, llevaban ócreas o espinilleras en la pierna izquierda, mientras que los hastatos (hombres de clase media que formaban la infantería pesada) las llevaban en la derecha, según fueran una u otra la pierna que adelantaran en el combate.

Referente a la zona del tronco, los romanos utilizaban la loriga de escamas de metal (aunque también de hueso y de cuerno), que iba cosida. Ésta cubría el pecho, la espalda, el vientre, las caderas y los hombros; y en el caso de los soldados de caballería pesada, usaban una armadura semejante que les cubría hasta los pies y las manos.

Durante la República, la loriga se redujo bastante, sin mangas, llegando solo hasta las caderas, recubierto con una red de pequeños y apretados anillos de hierro, sin embargo durante la época imperial se realizó una coraza más maleable formada con láminas anchas de acero cubriendo todo el tronco que dejaban más libertad al soldado. No obstante, la pieza más conocida del Imperio Romano era la que estaba formada por dos piezas, el peto y el espaldar. Ambas se amoldaban al cuerpo, dando mayor libertad de movimientos. Referente al casco, parecía etrusco, poseía una cubrenuca y yugulares.


El mayor inconveniente de la loriga romana era que las axilas se quedaban al descubierto

Tras el declive del Imperio Romano se originó un regresión en el desarrollo de las armaduras. Se podría decir que se empezó de cero otra vez, usando vestiduras que sólo se utilizaban para defenderse de espadas, dagas, hachas, alabardas y lanzas.

Los guerreros germanos y francos utilizaban sayos sin mangas de cuero o lienzo acolchado que hasta el siglo XIII no se guarneció con anillos, mallas o planchas de metal, e incluso con tiras metálicas que formaban un enrejado rematado en los huecos por gruesos clavos. A esto lo llamaban loriga, o también brunia o brunica, la cual llegaba hasta las caderas, aunque hacia el siglo X se cubrieron también los muslos hasta la rodilla, y posteriormente se le añadieron unas mangas que llegaban principalmente hasta el codo y más tarde hasta las muñecas, las manos seguían estando al descubierto. En los pueblos germanos y francos los cascos eran una simple capellina, no tenían visera ni yugulares, y entrando en el siglo X se le añadió un nasal recto.

En España, los invasores visigodos usaban la loriga (con sortijuelas de acero) y el capacete. También se empezó a utilizar el jubón acolchado (camisa ceñida al cuerpo que cubría desde los hombros hasta la cintura), también llamado perpunte o gambax, así el cuerpo quedaba protegido de rozaduras que podía producir la loriga o de golpes que podían resentir el cuerpo del soldado.

Por otra parte estaban los normandos que llevaban una loriga más larga y ajustada al cuerpo, además cubría las rodillas y los brazos hasta las muñecas. Se empezó a separar las mangas y los calzones en diferentes piezas que se sujetaban a otras con hebillas y correas. El cuello y la nuca iban cubiertos con un capuchón de malla colocado debajo del yelmo o del bacinete. Si estas piezas se encontraban unidas se le llamaba bacinete con canal.

Las primeras evoluciones de importancia que se dieron en las armaduras fue que desaparecieron las lorigas (ya que dejaban sin protección las axilas) por lo que se sustituyeron por la jacerina o cota de malla, esto tuvo lugar en toda Europa sobre el siglo XI. La jacerina está formada por anillos que van forjados y tienen un diámetro pequeño. Se realizaba con una base de cuero reforzado con discos metálicos. Las únicas desventajas eran, por una parte que costaba bastante dinero, por eso la solían utilizar solo los nobles, y por otra que pesaba bastante, unos once Kilogramos.

También fue mejorando el metal hasta que se llegó al acero templado, más resistente y modulable. De este modo surgieron las armaduras de placas, que se realizaban de forma artesanal por maestros armeros. La primera pieza completa metálica que se propagó fue el peto, aunque el guardabrazo también tuvo una gran evolución, al adaptársele láminas articuladas para facilitar el movimiento, mientras que el rostro se protegía con el varaescudo y el cuello con la gola.


La cota de mallas se formaba por la unión de pequeños discos metálicos

El peto se hizo cada vez más corto para facilitar los movimientos del caballero mientras cabalgaba, lo que dejó el estómago al descubierto; pero esto se solucionó mediante unas piezas articuladas denominadas faldar. No obstante, las caderas quedaban también al descubierto, por lo que se inventó una pieza que las cubrían llamada escarcela. La entrepierna, era una zona que también permanecía desprotegida, fue protegida por la carajera.

Para combatir el efecto del calor, y sobre todo como adorno, a partir de la segunda cruzada, empezó a usarse una sobrevesta o cota de armas sin mangas a la que ceñía el talabarte, por donde pendía la espada. Pronto esta sobrevesta, al igual que el casco y el escudo, se adornó con signos y figuras que servían de distinto al caballero, y que posteriormente tendría una significación heráldica (el escudo de armas) Para que tampoco se produjeran rozaduras en el rostro o en el cuello del caballero, éste vestía una gorra o capucha de paño acolchada cuyas puntas se anudaban debajo de la barba; esta prenda podía ser teñida con los colores favoritos del caballero, colores que pronto pasaron también a formar parte del escudo.

Se fueron introduciendo protecciones para zonas específicas, por ejemplo, los guantes de cuero se recubrían de malla o pequeñas piezas metálicas, también se realizaron medias y escarpines de mallas, codales y rodilleras, guardabrazos y quijotes, colocados sobre la cota. Vamos, todas las zonas visibles del caballero estaban tapadas con planchas de acero, salvo la parte inferior de los muslos y las nalgas, que quedaban protegidas por la silla y el cuerpo del caballo.


Las armaduras se fueron perfeccionando con el uso de piezas específicas, por ejemplo los codales, para la protección de los codos

Para los que no se podían permitir este tipo de armaduras se elaboraron dos tipos diferentes, en los siglos XIV, XV y principios del XVI. Eran la jacerina por un lado y la brigantina por el otro. La primera muy usada en la Europa oriental, estaba formada por láminas de metal unidas a un traje interior de paño; y la segunda era igual que la jacerina pero invirtiendo el orden, las láminas iban remachadas dentro del un jubón de brillantes colores, rematado con tachones de cabezas labradas y doradas. Estas protecciones fueron muy habituales en España e Italia.

La armadura de placas (como la llamaban tradicionalmente) aparece en el siglo XIV, a finales de siglo formaba el arnés blanco o armadura de unta en blanco, el arnés que cualquier caballero hubiera querido. Una armadura podía llegar a tener más de doscientas cincuenta piezas con un peso de unos 30 Kilogramos. Aunque dichas piezas no tenían siempre un nombre preciso, podemos enumerar algunas de las partes más comunes de una armadura (o armadura de placas como tradicionalmente se llamaban):


La armadura medieval podía estar constituida por más de doscientas pieza

- El casco y semejantes, para proteger la parte superior de la cabeza.

- Algunas veces el casco llevaba visera para cubrir el rostro.

- La babera o barbote para la protección de la boca, barbilla, y mandíbulas.


Con el barbote protegían la zona de las mandíbulas y la boca

- La gola que servía para cubrir el cuello. El gorgal o gorguera en la parte alta del pecho, incluyendo la garganta y la espalda, llegando a sustituir a la gola.

- La cubrenuca para cubrir la zona que va del cuello a los hombros.

- EL lámete o yelmo, que es un casco pero cerrado. EL yelmo estaba formado por: la cimera (para decorar, situada en la zona más alta), la celada( para resguardar la cabeza), y el collar (adorno, toda la circunferencia inferior del yelmo) Solía ser la pieza más cara, ya que era la encargada de proteger una de las zonas más importantes: el cerebro.


EL yelmo realizaba la misma función que el casco, pero este era totalmente cerrado

- La ventalle, que era la pieza móvil situada al lado de la visera, y que cerraba la parte anterior del lámete.

- El alpartaz de malla, que cubría el cuello pero dejándole movilidad.

- El ristre, era el hierro del peto del armadura que servía para afianzar la lanza.

- El peto para cubrir el pecho.


Los petos fueron adaptándose y se fueron realizando más cortos para que el caballero tuviera mayor movilidad

- El espaldar para cubrir la espalda.

- El volante o falda por la cintura y caderas.

- Las escarcelas que llegaban algo más abajo que el anterior, que se anudaban a la falda.

- Los escarcelones, especie de escarcelas pero mas grandes, que se prolongaban con articulaciones hasta las rodillas.

- El guardarrenes, o prolongaciones del espaldar más desarrollados que servían para proteger la región lumbar.

- La pancera para el vientre y estómago, hecha de malla.

- La bragadura, para proteger la zona de la entrepierna.

- La culera, para los glúteos, también fabricada de malla.

- Las hombreras, que cubrían los omóplatos (en ocasiones éstas también cubrían la parte delantera, sustituyendo a las bufas) en el hombro.


Las hombreras eran otras de las piezas específicas de la armadura medieval, que tenían la función de proteger la zona de los hombros, tal como indica su nombre

- Los guardabrazos, para proteger la parte superior del brazo.

- Las sobaqueras, para resguardar la parte delantera y trasera de las axilas.

- Los codales, para cubrir el codo.

- Los brazales, pata cubrir el brazo y el antebrazo.

- Los cangrejos, para la parte opuesta del codo o sangría del brazo.

- Las manoplas, lúas, guanteles, manteles o mandiletes, con piezas móviles para cada dedo, que protegían las manos, y las muñecas.


Los guanteletes se realizaban cada vez más cómodos para el caballero, la zona de los dedos eran incluso articulada.

- Las bufas, para proteger la zona de la clavícula.

- Los quijotes o musleras, para la protección de los muslos.


Los quijotes servían para proteger al caballero la zona de los muslos

- Las rodilleras, protegiendo las rodillas, que iba acompañado casi siempre por unos abanicos por la parte de fuera de las rodillas, para cubrirlas de los golpes laterales.

- Las grebas para la zona baja de las piernas, en ocasiones llevaban medias grebas articuladas que protegían la parte inferior de las rodillas.

- Los grebones, para proteger las pantorrillas.

- Escarpes o escarpines, que tenían el fin de resguardar el empeine, también se usaban zapatos herrados para proteger los pies.

- La tarja o tarjeta, era un escudo que iba en la zona superior izquierda del peto, con el emblema del caballero.

La primera pieza que debía colocarse un caballero al ponerse una armadura medieval era la cota de malla (que podía llevar una capucha o almófar, colocada debajo del yelmo) Después de la cota de malla se ponía el gorjal. A este se le unían la coraza o peto y los guardabrazos. La zona de las piernas se comenzaba a montar por los pies. Las piezas se iban sujetando entre ellas por medio de correas, ganchos, tuercas y clavos. Al finalizar de montar toda la armadura, su peso final era de unos 30 ó 40 Kg., e incluso más. A causa de esto el caballero no podía moverse con toda la libertad posible, este caballero sería prácticamente insuperable pero por otra parte también inamovible. Para montar toda la armadura el caballero necesitaba de un escudero que le ayudara a vestirse y desvestirse, y a colocarse en el caballo. Éstos además de ser sus compañeros asiduos eran sus sirvientes, y les limpiaban la armadura y las armas y custodiaban sus bienes y pertenencias, e incluso llegaban a dormir en su puerta como guardián. También les curaban las heridas, y en el caso de que el caballero muriera ellos eran los encargados de hacerles un entierro apropiado.


Los escuderos tenían la función de ayudar al caballero, incluso limpiándole su armadura y sus armas

Un caballero con armadura medieval en un caballo era casi imposible de vencer o derrotar, pero si este se caía al suelo, sería un contrincante muy fácil de abatir, ya que pesaba tanto que le sería casi imposible levantarse y moverse con facilidad.

Para combatir también se usaban caballos con armadura, para poder defenderse de los ataques de los combatientes, en el siglo XII algunos caballos ya iban dotados de armadura o barda. Las piezas utilizadas para la armadura del caballo eran de forma y aspecto muy parecido a la de los caballeros. Primero se empezó a usar el cuero, luego la malla y finalmente los metales. Las armaduras para los caballos eran muy diversas, de distintas formas y estilos, llegando incluso a ser más bonitas que las de los caballeros medievales.




Partes de la armadura de un caballo medieval

Algunas de las piezas de la armadura del caballo eran:

- La testera, para resguardar la cabeza del caballo.

- La capizana, para la protección del cuello.

- La pechera o petral, para resguardar la parte del pecho, en esta pieza se solía poner el emblema heráldico

- Las flanqueras, para resguardar la zona de los costados.

- Las bardas o gruperas, para proteger la grupa o parte trasera del caballo.

- También podríamos nombrar el arzón, que es la parte que se une a la silla de montar, aunque su función consistía más para resguardar al caballero que al caballo, se trataba de que el caballero no tuviera golpes por lanza en la zona genital.

En el siglo XV se dio la época de mayor auge de las armaduras de combate, a esta se le llamó armadura gótica, con zonas lisas y bastante brillo, y con sugerentes curvas y decorados, pero sin exageración, sólo en los bordes. Los petos, cascos y guardas de los brazos, y las piernas tenían zonas con hendiduras y estrías, mientras que la zona de los dedos de los pies se realizaban muy anchas. Las armaduras de esta época son unas de las más grandiosas, y aunque se realizaban para combatir, nunca se hicieron unas armaduras tan espléndidas. Durante este siglo el caballero iba armado completamente, totalmente envuelto en la armadura.

No podríamos hablar de todo esto sino hubieran existido los armeros, las personas que realizaban el trabajo de crear las armaduras. Este oficio viene de años atrás, y tuvo mucha importancia en el Imperio Romano. Muchas familias completas se dedicaban a esta ocupación. Lo primero que se realizaba en el proceso de elaboración de las armaduras era la forja, después se pulían, se ensamblaban las piezas y se colocaban las correas, los forros y los rellenos, y en el caso de que lo llevara se grababa el escudo o emblema y se adornaban, algunas de ellas con oro. El grabado era la forma más tradicional de ataviar el metal, era un proceso complicado y trabajoso. También podríamos hablar de la heráldica, eran unas insignias o blasones que servían para distinguir a los caballeros en el campo de batalla. Cada noble tenía su propio blasón, y lo estampaba en el escudo, el abrigo o en su bandera. Cada insignia era única e individual. Así pues con las insignias los combatientes podían distinguir a los enemigos.


Los armeros eran los encargados de realizar los grabados a las armaduras medievales

El uso de la armadura medieval fue cayendo en declive, ya que con el invento de la pólvora la armadura dejaba de tener la utilidad por la que se había creado, para los combates cuerpo a cuerpo, lo cual deja de hacerse con este nuevo invento, donde se guardan las distancias. La pólvora fue descubierta en el siglo XI en China, pero la usaban únicamente para fuegos artificiales o similares. Los europeos fueron los que descubrieron y desarrollaron usos más destructivos. A principios del siglo XIV apareció la primera arma de pólvora, esta era un cañón que proyectaba lanzas, posteriormente se empezaron ha utilizar balas de piedra y de hierro.

Algunos sitios interesantes donde podemos ver algunas de estas armaduras son: en la Armería Real de Madrid, en el Museo del Ejército de París, en la Torre de Londres, en Nueva York, o en el Museo de Arte Histórico de Viena.

Se podrían mencionar algunas anécdotas sobre las armaduras por ejemplo que cuando un caballero con armadura se quería subir al caballo se necesitaba una grúa, ya que el caballero no podía subirse por si solo. Una armadura pesaba como mínimo unos 35 Kilogramos, aunque podía variar mucho ya que se podían colocar más de una armadura, una encima de la otra, se dice que en algunos casos caballeros murieron por infartos o embolias, aunque también tendría que ver la alimentación tomada antes de la batalla. También habría que destacar que estos caballos eran entrenados de una forma especial, solían ser más fuertes y ágiles de lo normal, pero que por el peso que tenían que soportar su movilidad era también más reducida.


Caballero y caballo con sus armaduras medievales



VESTIMENTA MEDIEVAL


La época medieval fue un período de grandes desigualdades sociales alcanzando a todos los órdenes de la vida. En las sociedades del medievo todo se encontraba estratificado, y la vestimenta no era la excepción sino mas bien, un factor determinante para etiquetar a los individuos. Según al estrato social al que pertenecía cada individuo así eran sus ropajes y manera de vestir.
Las moda de la Roma Imperial, poco a poco, fue sustituida por otros ropajes. Togas y túnicas se cambiaron por tejidos de punto y malla, característicos de esta nueva etapa, conocida como Edad Media, que se inicia en el año 476.
Los bárbaros, por su parte también aportaron a este nuevo vestuario la costumbre del uso de bragas que cubrían las piernas, prendas semejantes a los pantalones, o las calzas, éstas adheridas a la pierna, bordadas y adornadas, ajustadas ambas en las pantorrillas, por medio de correas entrecruzadas.
Usaban generalmente dos tonos de ropa, el lado izquierdo no era del mismo color que el derecho Los nobles las usaban de color rojo. Las túnicas, que antes carecían de mangas o las poseían muy cortas, ahora las anexaron.
Se siguieron usando las capas de lana rectangulares (clámides) pero ahora con mayor amplitud.

Trajes medievales

La mayoría de la ropa era hilada, cortada y cosida por las mujeres de la familia.
Lino pegado al cuerpo, lana y pieles baratas para el abrigo, constituían en el mejor de los casos a lo que un siervo, o un villano podía aspirar (esto, claro esta, cuando el lino no terminaba en los depósitos del señor feudal). Los colores quedaban reducidos a las tinturas de mas fácil y barata elaboración, obviamente estos colores variaban sutilmente dependiendo de la zona donde se encontraran.
Entre los pobres abundaban los colores naturales de las telas, gris y marrón (hay representaciones de vestimenta celeste yverde, pero se consideran de carácter alegórico y no de rigor histórico.
Generalmente son representados con camisolas diversos largos de manga, pero con un largo no superior a la terminación de la cadera. Generalmente los registros hablan de que el largo de la túnica alcanzaba las rodillas y que en el año mil en Francia se acortó (aunque no sin antes calificarla de impúdica) sobre la rodilla para los hombres y con una boca manga de hasta 3 pies de largo.
Dentro de las menciones cristianas se encuentran a la vestimenta de Duelo (negra o blanca) lo cual hace pensar que también en este periodo en particular eran colores particularmente baratos o fáciles de conseguir.
Se cree que durante el invierno calzaban zuecos de madera, y durante el verano permanecían descalzos.
Por su parte los niños quedaban confinados a una túnica de saya, que lucían a media pierna, generalmente descalzos y sin otra ropa.
Se conjetura, (existen apenas representaciones anteriores al siglo XV), que las mujeres usaban aproximadamente el mismo largo que las damas, sin variar en demasiado más sus trajes con los de los infantes.
Respecto a la ropa de trabajo son abundantes las menciones de delantales y calzones de pieles baratas (conejo u oveja)para elinvierno, también sobre gorros o sombreros que identifican al propietario con determinado gremio o profesión.
Los más afortunados que gozaban de mayores privilegios sociales y económicos, vivían en un mundo más colorido, donde la ropa era generalmente más larga y brillante. 
El lino era más apropiado para las ropas de los mas pobres, mientras que la seda era el tejido que empleaban los más poderosos, engarzada y bordada con oro, a menudo con forros de pieles exóticas, incluyendo raras importaciones del África o del medio oriente, pero el zorro, el lobo y en las regiones mas frías el oso parecen haber sido las mas populares.
Traje medieval de saya y sobrevesta
Respecto a las mujeres parece pertinente decir que entre las mujeres jóvenes se permitía un discreto escote (usualmente tapado por un velo de lino cerrado por una pieza de joyeria), pero la falda siempre por debajo del piso (hay menciones de vestidos de día de hasta 6 pies de largos) y los brazos tapados por una camisola de lino o seda (en el caso de las mejor venturadas).
Lilas, negro y blanco (para el duelo), escarlatas, celestes, azules, dorados, rojos, plata, verdes puros, amarillos, rosa y Púrpura. Son mencionados como los colores utilizados por las elites del periodo, cabe resaltar que los colores se usaban en tintes brillantes, ya que esto requería una cantidad de tintura mayor y por lo tanto demostraba un mayor poder adquisitivo.
En cuanto a los barones, mención aparte, ya que para las galas vestían a la usanza de las nobles de Constantinopla (incluyendo joyería), pero en el día a día, vestían con vestimentas similares a los de los campesinos, quizás más ricamente adornadas.
Calzaban botas (generalmente se las menciona verdes) o zapatos con una prolongacion en forma de puntade diversos tipos (con o sin orejas, hasta 3 pies de largo).
El mundo bizantino, aportó su lujo y su nueva variedad de telas.
Sobre todo se agregó la seda y los ricos bordados en oro y piedras preciosas. Los flecos y adornos predominaban en sus trajes que poco a poco fueron infiltrándose en la zona occidental, por ejemplo con el uso del manto semicircular, agarrado desde el hombro derecho, ya que no tenía ningún agujero para pasar la cabeza. El manto era símbolo de status, y no sólo para protegerse del frío. Los mantos oscuros simbolizaban que la persona atravesaba un período de duelo.
También con la invasión árabe se comenzaron a utilizar nuevas telas, y en aquellos pueblos que no lograron escapar a su dominio, se impuso su singular vestimenta de anchos pantalones (zaragüelles), el uso de la faja, el turbante y la túnica corta abotonada y ajustada (aljuba).
Cuando los españoles iniciaron la Reconquista, emprendieron la campaña usando la camisa como ropa interior, y luego varias túnicas superpuestas, que terminaban con el rial, ceñido al cuerpo hasta la cintura (jubón) y que luego se ampliaba en volados, que poco a poco fueron dejándose de usar. Era abotonado y decorado con bordados.
Se continuaron usando las túnicas talares, llamadas así porque llegaban hasta los talones, denominadas gonel y encima un sobre-gonel.. Éste fue evolucionando, agregándosele un cuello o esclavina recibiendo el nombre de garnacha. Este cuello luego fue descartado, y la prenda se hizo más corta, siendo el antecedente de nuestro gabán.
El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.
Para la guerra se usaban cotas de malla, sobre túnicas de lana, armaduras, escudos y yelmos de hierro, pues las luchas eran cuerpo a cuerpo, y cinturones para sostener las espadas.
En cuanto a las mujeres,
se hizo común el uso de faldas de forma cuadrada, con un agujero en la cintura y cuatro picos en el extremo inferior. Predominaban las líneas rectas y las mangas ajustadas. Cubrían sus cabezas con cofias o tocados, sujetas con cintas que se ataban debajo de la barbilla. Se protegían del frío con mantas o capas. También al igual que los hombres, usabanpellotes. No usaban calzas ya que las piernas no se cubrían.
Los religiosos, de gran influencia en el cristiano mundo medieval también contaban con ropas típicas, muchas de cuyas características aún subsisten. Para las grandes ocasiones, los obispos usaban la mitra, o toca alta y puntiaguda, el báculo pastoral (bastón); la capa, y la dalmática, túnica abierta por los lados, en muchas ocasiones finamente adornada, con hilos de oro y plata.
En cuanto al calzado, ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.
MEDICION MEDIEVAL

Longitud

Una fuente constante de confusión, entre quienes habitualmente leemos novela histórica, es el tratar de comprender las medidas, tanto de longitud como de peso y volumen. Amén de las dichosas horas, que entre maitines, nonas y vísperas, nunca nos enteramos de si es de día o de noche.
Para empezar, tenemos que aceptar que todas estas medidas, aunque similares, variaban de un lugar a otro. Para evitar discusiones, cada villa mantenía en su mercado un juego de medidas a disposición de mercaderes y compradores (aún visibles en muchas localidades, como en la plaza del mercado de Sos del Rey Católico). También es común en diferentes edificios públicosplazas y catedrales el encontrar, talladas en la piedra, las diferentes medidas de vara, cuarta y otras, que se facilitaban al público en general para normalizar las mediciones y evitar confusiones que podían ser muy enojosas.
Todas estas medidas utilizadas en el medioevo eran medidas antropométricas, es decir, las dimensiones de partes del ser humano, y esto supone un gran problema: el que varían de manera importante de un individuo a otro.

Solo con el paso de los siglos se consiguió una cierta unificación en estas unidades de medición. Como aproximación, redondeando, y sin tratar de ser exactos, dejamos una serie de medidas medievales, su "traducción" a sistema métrico decimal y lo que significaban en su origen.

Línea - 2 milímetros - el espesor del trazo de tinta del cálamo
Pulgada - 25 mm. - el largo de la primera falange del dedo pulgar
Cuarta - 20 centímetros - un palmo
Pie - 28 cm. - el largo de un pie
Paso - 1,4 metros - Esta medida es heredera directa del paso romano y los romanos llamaban paso a lo que se denomina ciclo de paso. Es decir, el recorrido realizado desde que, al andar, se levanta un pie del suelo hasta que vuelve a tocar suelo ese mismo pie, lo que hoy diríamos que son dos zancadas
Braza - 1,6 m. - la envergadura de un hombre medio (en la edad media)
Vara - 0,8 m. - media braza, la distancia entre la mano con el brazo extendido y el centro del pecho (la medida de flecha de un arquero)
Legua - 5,5 kilómetros - la distancia que un hombre al paso recorre en una hora.

Volumen y Superficie

Continuando con el anterior post trataré ahora de enumerar, de manera sucinta, las medidas de capacidad y volumen más habituales en la Castilla medieval. Dejándonos llevar de estas, tocaremos también las de superficie.

No quiero que sea una relación demasiado minuciosa, ni puedo pretender que sea exacta. En la edad media, la misma medida tenía magnitudes muy diferentes según donde estuviéramos. Una libra podía variar de los 270 gramos a los 490, y una legua -dependiendo de donde estuviéramos- podrían resultar 4 kilómetros o más de 7.

Con este artículo, el anterior y el que les seguirá, solo pretendo que al leer una novela histórica tengamos una idea, aunque solo sea aproximada, de qué habla el autor cuando nos dice que el protagonista de la novela se bebió dos azumbres de vino.

Pasamos, sin más rodeos, a las medidas medievales de volumen para líquidos:

Cuartillo - correspondería a 1/2 litro o 1/4 de azumbre

Azumbre - 2 litros

Frasco - 2'5 litros

Pipa - 15 litros

Cántara - 16 litros, o lo que es lo mismo: 8 azumbres.

También tenemos medidas de capacidad para cereal. Las dos más habituales eran (y lo siguen siendo en muchos lugares):

el Celemín, que correspondía a 4'6 litros de grano

La Fanega - 55 litros.

Lo curioso de estas dos medidas es que también son medidas de superficie, correspondiéndose a la extensión de terreno a sembrar para recoger esa cantidad de trigo. Como se podrá suponer, las medidas de celemín y fanega de Castilla tenían muy poco que ver con esas mismas denominaciones en al-Andalus o Vizcaya.

El Celemín castellano serían hoy en día unos 500 metros cuadrados

y la Fanega era cuatro veces más extensa, unos 2000.

También existía la Peonada, que era la extensión de terreno que un peón podía labrar en una jornada, aproximadamente unos 400 metros cuadrados.

La Yugada, manteniendo el mismo concepto de la peonada, era la tierra que labraba una yunta de bueyes en un día, unos 2.700 metros cuadrados.

Pero, insisto, son medidas castellanas, en otros lugares podían llamar fanega a un terreno que superaba los 6.000 metros cuadrados.

Como medida de superficie curiosa, también podemos mencionar el Carro, utilizada aún en Cantabria, y que debiera corresponder a la superficie de terreno necesaria para recoger una carga de carro completa de heno, unos 1800 metros cuadrados.

El tiempo

En las dos entradas anteriores hemos enumerado las medidas medievales de longitud, volumen y superficie. Ahora trataré de explicar como se medía el tiempo en el medioevo europeo.

En la edad media, el medir el tiempo, como tantas otras cosas, era algo mucho menos necesario –y por lo tanto mucho menos exacto- de lo que lo es para el hombre moderno.


Para aquella gente, el día comenzaba con el sol y moría con este. Pero, pese a todo, de alguna manera tenían que ponerse de acuerdo para concretar las citas, así que fragmentaron el transcurrir del sol según las ocho horas canónicas.


Dividieron el día en cuatro horas y la noche en otras cuatro, divididas a su vez cada una de estas horas principales en tres fracciones. Las horas diurnas comenzaban con el alba y las nocturnas –obviamente- con el ocaso. Esta división, simple pero eficaz, suponía que el tiempo “legal” variaba en función de las estaciones, ajustándose a los período de luz y oscuridad, es decir, a los momentos de actividad o reposo de la gente. El sistema tenía como inconveniente el que las horas solo tenían la misma duración durante los equinoccios (los días de paso de invierno a primavera y de verano a otoño, cuando en la tierra el tiempo de luz dura lo mismo que la noche), pero esto poco importaba a efectos prácticos.


Las horas las marcaban las iglesias y monasterios a toque de campana, sin que se señalaran las últimas horas nocturnas a fin de respetar el descanso de los campesinos.


De esta manera, para las gentes de la edad media, el día comenzaba con una solitaria campanada que señalaba la hora prima, la que marcaba el amanecer, hora de empezar sus tareas. Tres horas más tarde, los buenos frailes indicaban con dos campanadas que había llegado la horatercia y al llegar el mediodía, con el sol en su cénit, hacían sonar tres veces la campana para indicar que había llegado la hora sexta, tres horas después de la tercia. Seguía a esta (pasadas otras tres horas) la última hora diurna, la hora nona, nombrada con dos toques de campana. Se esperaba entonces la caída del sol para, con el crepúsculo, avisar a los lugareños con tres campanadas que llegaba la hora devísperas, la primera hora nocturna medieval y el momento de cesar con sus actividades diarias. La seguía la hora de completas, con las últimas cuatro campanadas del día, que indicaban a la congregación religiosa y a la ciudadanía que ya era hora de acostarse. Las siguientes horas eran de silencio y ninguna campana sonaba para marcarlas. Solamente en el interior de los monasterios se alzaban los religiosos al quedo aviso de sus superiores a la medianoche, para rezar las oraciones de maitines en los primeros segundos del nuevo día, para volver a levantarse a orar, siempre tras tres períodos de una hora, con la última hora nocturna, la hora de laudes.


Guiados por el afán moderno de la precisión (ajeno totalmente a la mentalidad medieval) y para mejor entendernos, podríamos decir que, durante los equinoccios:


los Maitines eran a las 0 horas,
Laudes a las 3 de la madrugada
Prima a las 6 (la primera hora del día)

Tercia a las 9 (la tercera)

Sexta al mediodía, las 12. (la sexta)

Nona a las 3 de la tarde (la novena y última hora diurna)

Vísperas a las 6 de la tarde

Completas a las 9 de la noche.

Durante el resto del año… pues qué más daba, si las horas eran o no igual de largas. En realidad, para un villano en su terruño medieval, nuestra obsesión por medir horas y segundos no podía tener el menor sentido.


LEYENDAS DE LA EDAD MEDIA

Las leyendas y las leyendas urbanas son relatos pertenecientes al folclore contemporáneo que, pese a contener elementos sobrenaturales o inverosímiles, se presentan como crónica de hechos reales, los cuales nunca han sucedido. Y es que, aunque sea totalmente falso, una leyenda urbana puede permanecer como creencia cierta durante siglos, como éstas, que se conocen desde nada más y nada menos que la Edad Media. A continuación veremos las más increíbles de las nacidas de esa oscura y fascinante época:

Incubos y Súcubos

El súcubo, según las leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer guapa para seducir a los hombres, sobre todo a los monjes, en sus sueños, para tener relaciones sexuales con ellos. De esta manera, absorben la energía del hombre para mantenerse, y a menudo, llegan hasta tal punto, que pueden dejarlo agotado o incluso matarlo.
Por el contrario, los íncubos es lo mismo pero en versión masculina que intenta seducir a las mujeres.
Al parecer, está leyenda se extendió en la Edad Media porque varias personas sufrieron lo que se cree que era la parálisis del sueño o sueños de vigilia, en los que el demonio intentaba mantener relaciones con ellas.

Fuente de la Juventud

Es el símbolo de la inmortalidad, es una legendaria fuente que supuestamente cura y devuelve la juventud a quienquiera que beba de sus aguas o se bañe en ellas.
Las historias de los nativos americanos sobre la fuente curativa estaban relacionadas con la mítica isla de Bimini, un país de riqueza y prosperidad situado en algún lugar del norte, posiblemente en la ubicación de las Bahamas. Según la leyenda, los españoles supieron de Bimini gracias a los arahuacos de La Española, Cuba y Puerto Rico. Sequene, un jefe arahuaco de Cuba, supuestamente había sido incapaz de resistir la tentación de Bimini y su fuente restauradora. Reunió a un grupo de aventureros y navegó al norte, para no volver jamás. Sus antiguos súbditos más optimistas decían que Sequene y sus seguidores había encontrado la fuente de la juventud y vivían lujosamente en Bimini.

Judío Errante

La leyenda relata que un personaje judío (su caracterización concreta varía según las versiones) negó un poco de agua al sediento Jesús durante el camino hacia la Crucifixión, por lo que este lo condenó a «errar hasta su retorno». Por tanto, el personaje en cuestión debe andar errante por la Tierra hasta la Parusía.
Durante las épocas siguientes, el anónimo judío adquiere varios nombres: algunos misteriosos, como Cartafilo y Ashevero, otros explícitos, como Buttadeus y Juan Espera en Dios. Baltasar Gracián, con más precisión que oído, lo llama Juan de Para Siempre. Para afirmar la veracidad de la leyenda, a partir del siglo XIII empiezan a comparecer testigos: un cronista boloñés que afirma, en 1223, que el Emperador Federico II oyó por boca de unos peregrinos que en Armenia había un judío condenado por Nuestro Señor a ser un viajero eterno; el historiador inglés Roger de Wendover, en una crónica de 1228, asegura que este judío, entrevistado por el Arzobispo de Armenia, confesó haber sido en tiempos remotos servidor de Poncio Pilatos.

Papisa Juana

Los relatos sobre la papisa sostienen que Juana, nacida en 822 en Ingelheim am Rhein, cerca de Maguncia, era hija de un monje. Según algunos cronistas tardíos, su padre, Gerbert, formaba parte de los predicadores llegados del país de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo cual estaba vedado a las mujeres de la época. Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés). Según Martín el Polaco, la suplantación de sexo se debió al deseo de la muchacha de seguir a un amante estudiante.
Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII. Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y parió en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.
La opinión más extendida es que se trata de una leyenda, que sin embargo fue dada por cierta por la propia Iglesia hasta el siglo XVI. Las sillas perforadas exhibidas en su apoyo no son al parecer otra cosa que las sillas curiales, que simbolizaban el carácter colegial de la Curia romana. Ninguna crónica contemporánea a los hechos narrados acredita la historia, y la lista de papas no deja ningún resquicio en que se pueda insertar el pontificado de Juana.

Robin Hood

Según la leyenda, Robin Hood era un barón llamado Robin Longstride o Robin de Loxsley, quien era de gran corazón y vivía fuera de la ley, escondido en el Bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham. Hábil arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían.
Hay una serie de teorías que tratan de identificar a un histórico de Robin Hood, pero por diversas razones (tales como la popularidad del nombre en la Edad Media), es improbable que alguna vez existiese tal personaje .

Rey Arturo

Es un destacado personaje de la literatura europea, especialmente inglesa y francesa, donde aparece representado como el monarca ideal, tanto en la guerra como en la paz. Según algunos textos medievales tardíos, fue un caudillo britano que dirigió la defensa de Gran Bretaña frente a los invasores sajones a comienzos del siglo VI. Su historia pertenece principalmente a la leyenda y a la literatura, aunque se discute si Arturo, o un personaje similar en el que se habría basado la leyenda, existió realmente.
Y es que, aunque se ha tomado en repetidas ocasiones a este personaje como real, no existen testimonios arqueológicos fiables que permitan certificar la existencia histórica del Rey Arturo. Lo más cercano que ha habido a ello ha sido finales del siglo XII, cuando los monjes de Glastonbury hallaron supuestamente en una tumba una cruz con una inscripción latina que identificaba a los allí inhumados como Arturo y su esposa, Ginebra. Se trató, sin embargo, de un fraude relacionado con la Historia Regum Britanniae de Geoffrey de Monmouth, con la probable finalidad de aumentar la afluencia de peregrinos.

Cruzadas Infantiles

La leyenda cuenta que durante ese año, en plena Edad Media, dos niños, uno en Alemania y otro en Francia, tuvieron visiones y mensajes divinos sobre la recuperación de Jerusalén por ejércitos de niños . Según esas visiones, Jerusalén caería por la pureza de alma de los ejércitos infantiles.
Entonces, en los dos países se organizaron expediciones para reconquistar Tierra Santa, que juntaron unos 30.000 niños en Francia y 20.000 en Alemania, todos de entre 8 y 13 años, y unos 200 adultos. La expedición francesa llegó a Niza, en el sur de Francia, donde se embarcó para Medio Oriente. La columna de niños alemanes, por su parte, entró en la Selva Negra.
Nunca se ha establecido si la Cruzada de los Niños realmente existió o fue un mito, tal vez originado por un hecho histórico real. Los que piensan que sí lo fue, señalan que en el cuento infantil El Flautista de Hamelin pueden hallarse pistas sobre el hecho. Hay que recordar que en la versión original del cuento, el flautista no devuelve a los niños, sino que los hace desaparecer en una colina, o según otra versión, los ahoga en un río.

Preste Juan

Fue un personaje muy popular en la Europa de los siglos XII a XVII. Se dice que era un patriarca, de ahí su título de Preste; y rey cristiano que dirigía una nación cristiana aislada entre musulmanes y paganos en Oriente. Los anales escritos de este reinado consisten en colecciones de fantasía popular medieval. Supuestamente descendía de los tres Reyes Magos, y era un mandatario generoso y un hombre virtuoso, que regía un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros, donde se encontraba el Patriarcado de Santo Tomás. Su reino contenía maravillas como un espejo a través del cual podía ver todas sus provincias, de cuya fábula original derivó la "literatura especular" de la Baja Edad Media y el Renacimiento. En ella, los reinos de cada príncipe eran censados y sus deberes fijados.
La primera vez que se menciona a este personaje es en la crónica del obispo alemán Otto de Freising. Inicialmente, se creía que el reino del Preste Juan se hallaba en la India. Corría por entonces la creencia muy divulgada de que los cristianos nestorianos habían tenido éxito en evangelizar esas tierras, y estaban regidos por un sacerdote-rey llamado Juan. Probablemente los viajes de Tomás el Apóstol, documentados en obras como los Hechos de Tomás, sirvieron de germen para la leyenda. Tras la llegada de los mongoles al mundo occidental, se situó al rey en Asia Central. Eventualmente, exploradores portugueses se convencieron de que le habían encontrado en Etiopía. El emperador de Bizancio y el papa habían recibido varios mensajes de esta figura misteriosa, en los que él mismo describía la grandeza y la riqueza de sus feudos.
La leyenda del Preste Juan influyó en los viajes de exploración de la Baja Edad Media. Cuando en el XV los portugueses entraron en contacto con el reino cristiano de Etiopía, en África, pensaron que habían encontrado este reino, considerando al Negus o Negus negusti (Rey de reyes) etíope como el mítico Preste Juan. Otras leyendas identifican a Preste Juan con Juan el Apóstol, que basándose en el capítulo 21 del Evangelio de Juan, asumen que Juan el Apóstol nunca murió, y que seguía vivo en la Edad Media. El preste Juan podría haber sido alguno de los monarcas de la Etiopía cristiana.

Santo Grial
Uno de los objetos bíblicos más preciados y más buscados a través de la historia es el Santo Grial, que fue la copa usada por Jesús en la Última Cena, del cual se dice que posee poderes milagrosos. Estos poderes están relacionados con que pueden curar personas y rejuvenecerlas.
La leyenda surgió de los Templarios, una orden que al principio estaba formada por personas que tenían una gran avidez de conocimientos, pero que con el paso del tiempo fue constituyéndose por gente muy fanática que representaba algo que no existía.
Esta gente armó, como si fuera una realidad, toda una fantasía sobre la copa de la que bebió Jesús en la última cena y finalmente terminaron creyéndola, tanto ellos como la sociedad en general.

Tribus Perdidas

En el año 720 a. C. el rey asirio Sargón II invadió el reino de Israel, dispersando a la población por otras zonas de su imperio y llevando a los notables desterrados a Babilonia. El reino fue repoblado con gentes de otros lugares. Los israelitas deportados entre otras naciones perdieron su identidad y nunca regresaron a tierras de Israel: recibieron el nombre de las diez tribus perdidas, ya que se creía que habían desaparecido por completo.

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